México
Las antiguas culturas tolteca, azteca, maya, etc., han dejado grandiosos monumentos que nos hablan del grado de adelanto alcanzado por ellas. Conocemos algo de su música gracias a los instrumentos que se han conservado: el huehuetl, tambor hecho de un tronco ahuecado; el teponaztli, especie de xilófono; el chililihtli, flauta; el tlapitzalli, ocarina; atecocoli, cornamusa hecha de un caracol marino; el tzicahuaztli, hecho de un fémur humano; etc.

Para los antiguos mexicanos, la música y la danza eran parte importante en las ceremonias religiosas y civiles. Las grecas y figuras de Mitla y Chichen Itzá nos muestran la antigua tradición de las danzas mexicanas. Eulalia Guzmán, en su ensayo "Caracteres esenciales del arte antiguo mexicano", dice: "Cuando la danza era consagrada, cada danzante y el grupo todo, realizaba un verdadero friso o una greca en movimiento. Algunos pueblos indígenas ejecutan todavía estas danzas sagradas, que duran hasta tres días con ligeros descansos". Notable era el baile llamado mitote (baile grande), que se realizaba en los atrios de los templos o en las plazas principales, tomando parte en él toda la población. Los bailarines formaban grandes círculos concéntricos alrededor de los músicos; los primeros círculos eran integrados por los nobles, y sucesivamente en los otros se ubicaban las clases inferiores.

Fray Bernardino de Sahagún afirmaba "que en los palacios de los señores o casas reales, había una sala llamada Miscoacalli, donde se reunían todos los cantores de México y Tlatilulco, aguardando a que los llamase el señor para oír cantares nuevos o bailar, y tenían areídos, atambor y atamboril y unas sonajillas que llamaban Ayacachtli y Tezilacatl y Omichicaotzli, y flautas, con todos los maestros tañedores y cantores y bailadores y los atavíos del Areyto para cualquier cantar". . . El día segundo del mes Panquetzalistli tenía lugar una solemne fiesta en honor de Huitzilopochtli, y en el patio del templo, un hombre y una mujer guiaban el canto. En el mes Itzcalli, en la gran fiesta del dios Xiuhteutli, bailaba el rey con todos los señores, y el mismo empezaba el canto, respondiendo los demás a coro. A este canto lo llamaban Notehuceuicaliz (coro de señores). Había como en Grecia, coros cíclicos, tal el Mitote.

Los aztecas y mayas construyeron teatros. Hernán Cortés, en una de sus cartas al emperador Carlos V, escribe: "El teatro que está en medio de la plaza del Mercado, fecho de cal y canto cuadrado de altura de dos estados y medio y de esquina a esquina habrá treinta pasos, el cual tenían ellos cuando hacían algunas fiestas y juegos. . .". Por esta descripción que hace Cortés vemos que el teatro estaba en la Plaza Mayor de México (barrio de Tlatilolco). Tenía gradas y la escena al estilo de los teatros griegos. Podían presenciar el espectáculo unas 70.000 personas, Los días de representación se adornaba con altos mástiles y banderolas que figuraban animales fabulosos. Los actores usaban una máscara de madera pintada, como los griegos y los romanos. Había un director de escena que también lo era de orquesta, instruía a los actores y danzantes y daba la señal del canto y la música en las representaciones. En Yucatán se llamaba Holpop, porque tenía la prerrogativa de sentarse sobre un tapiz, como los príncipes. Gozaba de gran reputación, y en los actos públicos se le cedían los mejores puestos. Además de Technotitlán, poseían teatros las ciudades de Cholullan, Chichen-Itzá y otras.

El Sabio monarca azteca Nezahualcoyotl, fundó en Texcoco una escuela donde se cultivaban la música y otras artes. Entre los instrumentos indígenas de más remota antigüedad que se encuentran en el Museo de México, figura una flauta de cinco agujeros, que según la tradición, estaba destinada a ser tocada únicamente en las fiestas solemnes en honor de Tezcatlepoca. Con este fin se sacrificaba a un joven que era adiestrado en tocar el instrumento antes de la ceremonia. La colocación de la embocadura de este instrumento prueba que e una flauta transversal y su estructura es similar a la flauta egipcia de cinco agujeros, existente en el Museo de Florencia.

Al producirse la Conquista, la música azteca desapareció rápidamente. Cuando los zapotecas supieron que los españoles habían dominado la ciudad de Technotitlán, los sacerdotes convocaron al pueblo para que, antes de dispersarse, bailaran por última vez. La primera información de un europeo sobre las danzas aztecas es la que da en su "Historia eclesiástica" el padre Jerónimo de Mendieta: "Toda esta multitud trae los pies concertados como muy diestros danzarines de España. Y lo que es más, que todo el cuerpo, así la cabeza como los brazos y manos, trae tan concertado, medido y ordenado, que no discrepa ni sale uno de otro medio compás. Más lo que uno hace con el pie derecho y también con el izquierdo, lo mismo hacen todos, y en un mismo tiempo y compás. De manera que los atabales y el canto y bailadores, todos llevan compás concertado, y todos son conformes, que no discrepa uno de otro una jota".

Sahagún recogió en idioma nahuatl 69 cantares mexicanos, que tradujo al español don Mariano Rojas. Entre estos cantares figuran algunos del rey Nezahualcoyotl y de otros artistas precortesianos: Nezahualpilli, Teplepanquetzal, Tozcuatetzin y Tececepouhqui. Es evidente que ellos fueron entonados en las fiestas sacras y profanas, compañados por instrumentos. La poesía nativa se cantó hasta treinta años después de la conquista. En 1555 el Concilio Provincial las prohibió por que los aztecas hacían alusión en sus cantares a su cautiverio y opresión.

Una vez sometidos los indios, la música europea traída por los misioneros y los músicos españoles, comenzó a imponerse. Mendoza recuerda "los acordes de la vihuela y de la viola de Ortiz el músico, de los alegres punteos de los bordones del arpa de Maese Pedro, de las inquietas y penetrantes tonadas del pífano de Benito Bejel, de los poderosos dobles de los tambores de Diego Martín y de Cristóbal de Tapia, así como las alegres fanfarrias de las trompetas de Sebastián Dávalos, todos ellos ya dueños de solares y dedicados a la enseñanza de la música y el baile.

"Fray Pedro de Gante (1480-1572), predicador y músico flamenco, estableció las primeras escuelas musicales en Texcoco (1523) y en México (1527), dando lecciones de música instrumental y vocal a los indios.

Ya en 1539 se instaló en la ciudad de México un taller de imprenta, y en 1556 Giovanni Paoli (Juan Pablos), impresor lombardo, publicó el "Ordinarium sacri ordinis", esto es, un Ordinario de Misa, de 40 páginas con ilustraciones de canto llano en notas negras sobre líneas rojas. Este fue el primer impreso musical en América. La enseñanza religiosa de la escritura musical, la salmodia, el canto llano y la construcción de instrumentos, acabaron por suplantar definitivamente las antiguas practicas musicales indígenas, que solo sobrevivieron en lugares aislados, y en forma alterada por las influencias europeas.

Durante la época colonial la música en los templos, conoció un espléndido florecimiento, para decaer a mediados del siglo XVIII. En 1586 ya se conocen las obras de Antonio Cabezón y en la catedral se conserva el único ejemplar de una misa de Tomás Luis de Victoria, famoso compositor español condiscipulo de Palestrina. Juan Navarro compiló e imprimió, en 1604, el "Liber in quo quattor passiones Christi Domini continentur", que contiene melodías gregorianas para la Semana Santa.

Manuel Zumaya (1650-1740), estrena en 1711 en el Palacio Virreynal, sus óperas "Parténope" y "El Rodrigo". A mediados del siglo XVIII el número de músicos profesionales que actuaban en la ciudad de México era sumamente reducido, figurando entre ellos los italianos Ignacio Jerusalem y Juan Gregorio Panseco. Los únicos lugares donde se cultivaban entonces públicamente la música en la capital, eran el Coliseo y la Catedral, donde actuaban unos 20 instrumentistas. Francisco Moratiela, autor de villancicos hacia 1723, Antonio Rodil y Antonio Sarrier, son destacados músicos del siglo XVIII.

Tres músicos cuya vida cubrió los primeros decenios del siglo XVIII, tuvieron especial importancia en el desarrollo musical del país: Jose Aldana (1730-1810), José Mría Bustamante (1777-1861) y José Mariano de Elízaga (1786-1842). A pesar de que Aldana fue violinista, escribió obras para clave, revelando una perfecta asimilación del clásico estilo vienés; se desempeñó como ministro del coro de la catedral metropolitana y maestro de escoleta en el Colegio de Infantes. Bustamante fue maestro de capilla en la misma Catedral y en otros templos, y Elízaga escribió el primer tratado de teoría música en el país (1823), fundó la Sociedad Filarmónica (1824), el primer conservatorio (1825) y la primera orquesta sinfónica (1826). Estos dos compositores representan la generación de los músicos de la Independencia, con la cual ambos estuvieron identificados ideológicamente, hasta el punto de intervenir activamente en ella.

Manuel de Arenzana, maestro de capilla de la Catedral de puebla, estrenó su ópera "El extranjero" en 1806, en el Coliseo Nuevo de México, Manuel Corral, músico español, radicado en la capital hacia 1810, estrena la ópera "Los dos gemelos" en 1816, y José María Moreno hizo representar su ópera cómica "Adela" en 1823. José María carrasco (1781-1845), Joaquín Beristaín (1817-1839), Antonio Gomez (1805-1870), Soto-Carrillo, Rafael Palacios, autor de la ópera "La Vendetta" y Manuel Covarrubias, que escribió la ópera "La sacerdotisa peruana", son otros destacados músicos de esa época. Con el fin del régimen español se inaugura una nueva fase en el teatro mexicano.

En 1809 se estrena "El Barbero de Sevilla" de paisiello, y en 1827 manuel García hace conocer la versión rossiniana de esta obra, provocando con ello el entusiasmo desbordante del público por la ópera italiana. La compañía de F. Galli, en 1831, presentó, con cantantes excelentes, las obras más famosas de Rossini, bellini, Paër y Cimarosa. Un decenio después se conocieron las obras principales de Donizetti y Meyerbeer, y a partir de mediados de siglo, con la compañía de Biacchi, las primeras grandes óperas de Verdi. El notable zarzuelero navarro Joaquín Gaztambide, estrena en abril de 1868 "Orfeo en los Infiernos" de Offenbahc, que obtuvo gran éxito.

En 1866 se funda la Sociedad Filarmónica Mexicana que organizó los Festivales Beethoven en 1870-71. Entre los principales compositores de mediados del siglo XVIII, figuran: Luis Baca (1826-1855), autor de dos ópers y amigo de Donizetti en parís; Cenobio Paniagua (1821-1865); Aniceto Ortega (1823-1875), que en 1871 estrenó su ópera "Guatimotzin", cantada por Tamberlick y Angela Peralta; Melesio Morales (1838-1908), autor de varias óperas; Tomás León (1826-1890); Julio Ituarte (1845-1905); Felipe Villanueva (1862-1893), etc. El músico español Jaime Nunó (1824- 1908, escribió el Himno Nacional en 1854, Antonio Zuñiga fué un inspirado compositor popular del siglo pasado; sus melodías fueron las primeras del folklore mexicano que se escucharon en Europa.

El folklore nacional es muy rico y variado. La danza nacional es el Jarabe, en compás de 6 por 2 y 3 por 4, alternados. El más conocido es el Jarabe Tapatío que se baila en Jalisco. Los mariachi son orquestas típicas compuestas por dos violines, un guitarrón y una trompeta. Otras danzas típicas mexicanas son: el huapango, el corrido, la valona, la malagueña, el son, el venado, que bailan los indios yanquis de Sonora; el abuelito, la jarana, de Yucatñan, la sandunga, etc.

Entre los compositores mexicanos nmodernos figuran: Rafael Adame (1906); Daniel Ayala (1908); Gerónimo Baqueiro Foster (1898); Miguel Bernal Jiménez (1910-1956); Gustavo Campa (1893-1934); Julián carrillo (1875); Salvador Contreras (1912); Carlos Chávez (1899); Juan B. Fuentes (1869); Blas Galindo (1911); Rodolfo Halffter (1900) Eduardo Hernández Moncada (1899); Candelario Huízar (1888); Juan León Mariscal (1899); Estanislao Majía (1882) Vicente T. Mendoza (1894); Miguel C. Meza (1903); Arnulfo Miramontes (1882); Pablo Moncayo (1912); Manuel Ponce (1886-1948); Silvestre Revueltas (1899-1940); Josñe Rolón (1883-1945); Luis Sandi (1905); Rafael Tello (1872); José Vásquez (1895); Julian Zúñiga (1893); etc. El nacionalismo musical aparece en las obras de Ricardo Castro (1864-1907), José Rolón (1883-1945) y (1882-1948), cultivaron la Danza Mexicana para piano continuando la antigua tradición pianística nacional.

Ponce es considerado como el "último romántico" de la música mexicana; fue músico fecundo y prestigioso y dejó perdurable huella en la vida musical de su patria. Silvestre revueltas, violinista notable y compositor original, soñaba según su propia confesión, en ser "creador de música nueva" y en una década de intensa creación musical, de 1930 a 1940, pudo realizar este sueño. Halló inspiración en las fiestas y mercados, en las calles, en el campo, en las gentes, el paisaje y en la música típica y tan variada de las distintas regiones de su patria. Carlos Chávez es el más notable exponente del modernismo musical en México; fundador, en 1828, de la Orquesta Sinfónica Nacional. Impulsó la educación musical y difundió por todo el país la música sinfónica.

Entre los compositores llamados nacionales de México figuran los que integraron el llamado "Grupo de los Cuatro", Daniel Ayala, Blas Galindo, Salvador Contreras y Pablo Moncayo, Luis Sardi evoca en sus obras la vida antigua y moderna de México; Candelario Huízar trata en sus composiciones aspectos del paisaje y las tradiciones del país; Julián Carrillo ha propalado el llamado "Sistemna del Sonido 13", para el cual creó una nueva notación musical.