A principios del siglo XVI vivía en Santiago de
Chile don Baltasar Reyes, destacado cultor del canto llano; entre los años
1611 y 1614 construyó dos órganos: uno de ellos destinado
a la iglesia de la orden de San Agustín, que contaba de "cinco
registros, tres fuelles y flautas de catorce palmos de largo". Hacia
1608, Pedro Aranquiz Colodio daba lecciones de órgano en la misma
capital. Refiere Pereira Salas, en sus trabajos sobre la historia musical
chilena, la labor de los jesuítas a fines del siglo XVII y principios
del XVIII, quienes llegaron a construir un magnífico órgano
para las funciones religiosas. Este hecho coincide con el despertar de la
música del siglo XVIII, debido a la obra de los maestros coloniales:
el mercedario Maduz, llegado a Chile en 1749; el franciscano Cristobal de
Ajuria en 1750 y José de Campderrós, la figura más
interesante en el panorama musical chileno de ese tiempo, autor de misas,
villancicos y otras obras.
Gracias a la tesonera labor de estos precursores
se conocieron en el país las composiciones de los grandes músicos
españoles y de sus discípulos limeños. Eran conocidos
ene sa época el "Tratado de Modulación" de Antonio
Soler y "El arte del canto llano y órgano", de Gerónimo
Romero; llegó a ser muy popular una "Cartilla música
y primera parte que contiene un método fácil para aprender
el canto llano", que publicó en Lima, en 1763, el maestro peruano
José Onofre de la Cadena.
Otros destacados músicos de fines
del siglo XVIII fueron: Antonio Aranaz; el flautista Mateo Vilacqua; el
presbítero José Antonio González, autor de los himnos
a la Victoria de Yerbas Buenas y a la inauguración del Instituto
Nacional; el violoncelista Ramón Gil (1780-1813), músico en
la catedral de Santiago, muerto heroicamente en Concepción en 1813;
etc.
A principios del siglo XIX era muy importante el desarrollo y entusiasmo
por la música en la sociedad chilena. María Graham, en su
"Diario", escrito en 1822, dice: "Es asombroso el número
de pianos importados de Inglaterra. Casi no hay casa en que no haya uno,
y el gusto por la música es excesivo; muchas jóvenes tocan
con destreza y gusto".
Manuel Robles (1780-1837) compuso el primer
Himno Nacional en 1820; este precursor de la música chilena reunía
cualidades curiosas: era violinista, guitarrista, director de orquesta,
profesor de baile y hábil lidiador, distinguiéndose en varias
corridas de toros. Juan Crisóstomo Lafinur (1797-1824), filósofo
y músico argentino, partició en las reuniones musicales santiaguinas
y escribió una Canción Patriotica Chilena en 1823. Zapiola
refiere en sus memorias que Lafinur era excelente pianista y cultor de Haydn,
Mozart y Dusseck. José Zapiola (1806-1885), el más popular
de los primeros músicos chilenos, fue director del Conservatorio
Nacional en 1857 y fundador del "Semanario Musical", en 1852.
Carlos Dewetche, comerciante danés y distinguido violoncelista, se
radicó en Chile en 1815, reunía en su casa a distinguidos
músicos chilenos para ejecutar música de cámara. Los
alemanes Aquinas Ried (1810-1869) y Guillermo Frick (1813-1896), fueron
destacados músicos; el primero escribió una ópera sobre
tema nativo, "Telésfora" (1846), y el segundofundó
el Club Musical de Valdivia (1860) y compuso numerosas obras.
Hacia 1840
llegó a Santiago el compositor y cantante Enrique Lanza (1810-1869),
que había sido músico de la Corte de la reina Hortensia de
Holanda; fue Maestro de capilla de la Catedral. Sarmiento dijo de él:
" Tiene una fuerte maestría del manejo de la voz y ejerce un
influjo mágico sobre el auditorio." Fernando Guzmán (1790-1839),
pianista mendocino, fundó una escuela de música en Santiago
hacia 1830; sus hijos fueron destacados instrumentistas y su nieto Federico
Guzmán (1837-1885), fue pianista de renombre en Europa y América.
Isidora Zegers (1803-1869), pianista, cantante y compositora, tuvo destacada
actuación en los salones a mediados del siglo pasado. Teresa Schieroni
(1830), Clorinda Pantanelli (1840), Ida Edelvira (1855) y otras cantantes
italianas, difundieron las óperas de Rossini, Bellini y Donizzetti,
en el viejo Teatro de la Universidad y el magnífico Teatro de Municipal
de Santiago, construido en 1857. Remigio Acevedo Gajardo (1863-1911), y
Eleodoro Ortiz de Zárate (1865-¿?), son las dos contribuciones
de mayor relieve al teatro lírico nacional en la segunda mitad del
siglo XIX. Francisco Oliva (1809-1874) fue destacado maestro de banda y
autor de marchas militares.
Compositores chilenos contemporáneos
son: Adolfo Allende (1890-¿?); Humberto Allende (1885-¿?);
René Amengual (1911-1954); Próspero Bisquertt Prado (1881-¿?);
Armando Carvajal (1893-¿?); Juan Casanova Vicuña (1895-¿?);
Acario Cotapos (1899-¿?); Pablo Garrido (1905-¿?); Carlos
Isamitt (1885-¿?); Carlos Lavin (1883-¿?); Alfonso Leng (1883-¿?);
Alfonso Letelier (1912-¿?); Carmela Mackenna (1879-¿?); Héctor
Melo Gorigoytía (1899-¿?); Samuel Negrette (1899-¿?);
Pedro Núñez Navarrete (1906-¿?); Domingo Santa Cruz
(1899-¿?); Enrique Soro (1894-1949); Jorge Urrutia Blondel (1905-¿?);
etc. Rosa Renard (1894-1949) y Claudio Arrau (1904-¿?), son destacados
pianistas concertistas; Eugenio Pereira Salas (1904-¿?), ensayista
y escritor dedicado a la música; Víctor Tevah (1902-¿?),
director de orquesta, etc.
Pedro Humberto Allende fue, de 1918 a 1946, profesor
de Armonía y Composición en el Conservatorio Nacional, es
autor de obras influenciadas por el impresionismo francés y tratadas
con fino sentido de la orquestación. Enrique Soro fue el primer compositor
chileno cuya sólida preparación técnica le permitió
abordar con éxito las grandes formas musicales. Domingo Santa Cruz,
es la figura más destacada de la música contemporánea
chilena. En 1917 fundó la "Sociedad Bach", y de 1932 a
1953 ocupó el cargo de Decano de la Facultad de Bellas Artes de la
Universidad de Chile. De 1942 hasta 1953 fue profesor de composición
en el Conservatorio Nacional. Carlos Lavin y Carlos Isamitt, ambos especializados
en la investigación folklórica y etnográfica, se inspiran
en la música aborigen de su patria. Próspero Bisquertt Prado
y Alfonso Leng figuran en la tendencia post-romántica. René
Amengual Astaburuaga, prematuramente desaparecido, fue uno de los talentos
más destacados de la nueva generación. Alfonso Letelier, decano
de la Facultad de Ciencias y Artes, es autor de vasta producción
musical. Juan Orrego Salas, nacido en 1919, se destaca por sus dones de
invención, su dominio técnico y su claro sentido de la forma;
fue director del Instituto de Extensión Musical.
El folklore chileno es de raíz hispánica; la música
araucana existe como herencia del pasado, pero aislada de las tendencias
modernas del folklore nacional. Los mitos, leyendas y poemas del folklore
arauncano encierran honda belleza y profunda filosofía; versan sobre
temas épicos, narrativos o tiernas invocaciones al dios supremo.
Entre los instrumentos típicos figuran el kakecultrun y el ralicultrun,
tambores hechos del tronco de un árbol o calabaza; el kultrum, tamborcito
chato; la trutruca, flauta de caña que alcanza dos metros de longitud;
la pifulka, flauta pequeña; el künkülcawe, doble arco musical
hecho de huesos de caballo; etc. L cultivo de la música nativa en
Chile recibió un gran impulso con la formación del Instituto
de Extensión Musical, fundado el 2 de octubre de 1940. El Departamento
de Investigación Folklórica de la Universidad de Chile ha
patrocinado la formación de un conjunto folklórico chileno
bajo la dirección inicial de Pablo Garrido. Las danzas nacionales
son: la zamahueca o cueca chilena, la tonada chilena, el chocolate, el parabién,
la sajuriana, el esquinazo, especie de serenata, etc.